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Cuenta la historia, que Louis Vuitton nació en el año 1821 en Anchay, una región cercana a las montañas de Jura, en Francia. A los 14 años, Louis Vuitton viajó a París caminando, y en 1837, dos años después, llegó a la Ciudad Luz donde consiguió trabajo como aprendiz de un fabricante de cajones. Ese fabricante era Monsieur Marechál.

La tracción a sangre en los medios de movilidad terrestre, los barcos y trenes eran los principales medios de movilidad en ese momento y en ellos, las maletas sufrían enorme desgaste de uso. Rápidamente, Louis se convirtió en un valioso artesano del taller de Monsier Marechál, partiendo de sus creaciones de alta calidad, forjando un camino en el mundo del diseño en un sector artesanal altamente especializado, donde la belleza y el buen gusto marcaban la diferencia.

Con esta masa de conocimiento, Louis Vuitton fundó en París su empresa empleando su propio nombre y dedicándose especialmente a la fabricación de equipajes y accesorios ligados al arte de vivir. En la inauguración del Canal de Suez en el año 1869, gracias a la Emperatriz Eugenia, clienta fiel de su ya prestigiosa firma, la marca comenzó a adquirir fama internacional. Los clientes amantes del estilo no se hicieron esperar.

La distinción y el éxito de las maletas con un fuerte toque de arte en su fabricación llamó la atención de la competencia, originando el lanzamiento al mercado de una línea idéntica de porta-equipajes similares a las de Luis Vuitton. Esto impulsó la creación del célebre monograma que hasta hoy caracteriza a la firma: el motivo de flores de inspiración japonesa que envuelve las iniciales de la marca, cuya autoría se asigna a Georges Vuitton, hijo del fundador, para distinguir sus modelos de las imitaciones que empezaban a multiplicarse.

Louis Vuitton muere en el año 1892.

Desde ese entonces la firma logró incursionar en más de 52 países con más de 350 tiendas alrededor del planeta y ampliando sus horizontes al mundo de la Moda y el estilo haciendo de sus creaciones un auténtico estilo de vida. Actualmente en manos del grupo Louis Vuitton Moet Hennessy, es un imperio que crece sin conocer límite.

Desde los últimos 16 años contó con la colaboración del prestigioso Marc Jacobs como Director Artístico, quien hoy, luego de haber cosechado innumerables éxitos junto a la maison, abandona las filas de la empresa para enfocarse en sus propios proyectos.

Con un desfile oscuro, ceremonioso, con toques de nostalgia y pequeñas inspiraciones en el pasado, se despidió en una especie de funeral fashion al ya ex director de Louis Vuitton.

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Simpleza en la paleta cromática, riqueza de diseño, brillos y transparencias como notas de contraste de una escena no tan feliz. La solemnidad del color negro colmó toda la colección e incluso la escenografía. Termina una era para Louis Vuitton, creándose un sinfín de oportunidades. El tiempo será quien escriba las nuevas páginas del futuro de uno de los mayores imperios creativos textiles del mundo. Por ahora, el show debe continuar.

Germán M. Biscardi