Todos los padres tienen firmes opiniones sobre el castigo y todos, lo admitan o no, usan el castigo como una forma para enseñar al niño la conducta adecuada. Si se manda al niño a su habitación, se le restringe el tiempo para ver televisión, se le retira un juguete que adora o se exclama con firmeza ¡No!, se están empleando los principios del castigo para modificar conductas.
A veces resulta inevitable que al castigar, salgan de nuestros bocas Los Sarcasmos, estos también son formas de castigo pero que en lugar de educar, generan bronca, generan sentimiento de culpa en los papas y sentimientos negativos en los niños. Estos son:
- Los sermones; “ya decía yo que… bla bla bla”
- Las amenazas; “ya vas a ver cuando”
- Los insultos; “tarado no ves que sos un tarado”
No es fácil abandonar estos hábitos familiares, muchos papás se preocupan al no poder evitar decir alguna de estas inconveniencias a sus niños, a la hora de castigar, lo importante es empezar a escucharse, este es un paso importante para empezar a cambiar.
A la hora de castigar es importante implementar educación, es decir que el niño experimente las consecuencias de su accionar y no un castigo, este último en lugar de formar, deforma, por que el niño en lugar de lamentar su mala acción y buscar maneras de enmendarla, se obsesiona sólo con fantasías de venganza, en otras palabras al castigar a un niño lo privamos del importantísimo proceso interno de enfrentarse a sus propios errores.
Se trata de formar conciencia y responsabilidad por los propios actos, y no generar una lista enorme de culpas que no sabemos muy bien qué hacer con ellas más que lamentarnos, o fantasear venganzas.
Castigar pero educando:
Algunas alternativas a esos hábitos familiares de castigo, son
- Señalar la manera de ser útil o pedir ayuda
- No amenazar sino dar opciones
- Manifestar nuestras expectativas, que esperamos de ellos
- Expresar censuras directas, sin atacarlos, ni atacar su autoestima
- Permitir que experimenten las consecuencias de sus actos
Cuando se escoge el castigo, asegúrese de que se está proporcionando también disciplina positiva. En sí mismo, el castigo no enseña al niño a portarse bien. Para animar al niño a actuar de la forma deseada, se deben definir, enseñar y recompensar las conductas positivas que se quieren establecer. Si se castiga a un niño por correr de un lado a otro de la calle, hay que enseñarle también a pararse, mirar y escuchar antes de cruzar la calle. Elógiele por quedarse en la acera o por mirar cuidadosamente antes de cruzar la calle. Esto hará que el castigo por comportamientos indeseados sea más eficaz