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Cuando era chica existía un juego llamado “teléfono descompuesto”, el cual consistía en que la primer niña de una gran ronda, dijera una palabra al azar, y fuera pasando de boca en boca, de oído en oído, hasta llegar a la última niña, quien debía expresarla en voz alta; muy pocas veces esta última palabra coincidía con aquella primera que comenzó el juego, ya que la misma iba sufriendo transformaciones; malos entendidos, dificultades al escuchar, suposiciones etc.  gestando otra muy diferente o muy parecida.  Ante esta diferencia se perdía el juego.

Dialogar, es importante en toda relación que mantenemos, nos brinda la posibilidad de vincularnos con el otro y conocer a este otro, en esta oportunidad me referiré a la importancia del dialogo en las relaciones de pareja, ya que muchos de los conflictos y malos entendidos que surgen en ellas se deben a este motivo, llegando a perder más que una ronda de juego.

Etimológicamente pareja hace referencia a par, a igualdad, dicha igualdad podemos pensarla desde derechos, oportunidades, etc.  pero no a la hora de que el otro sienta, piense, y vea las cosas igual que yo;  somos dos personas distintas, con una educación distinta, familias (costumbres, ideologías, valores etc.) distintas, experiencias de vida diferentes y por ende diferentes puntos de vista… sumemos también lo que un famoso libro dice “ellos son de Marte, nosotras de Venus”… lo cual implica necesidades distintas, distintos modos de sentir, pensar y actuar entre otras cosas.

Cuántas veces pensamos que aquello que decimos es muy claro para el otro y suponemos que este ve las cosas tal y como nosotros las vemos, nos parece tan obvio que creemos que se cae de su peso y de esta manera actuamos; pero NO cada uno ve las cosas desde su perspectiva, desde sus experiencias, y desde su particular modo de hacerlo.

Entre tanta diferencia, el dialogo (llegar a una verdad a través de las palabras), sirve como puente entre ambos mundos… y me refiero a una verdad, porque dialogar también significa ceder, llegar a acuerdos, ponerse en los zapatos del otro, ver con los ojos del otro, y no pelear por tener una razón y salir victorioso de una pelea, el orgullo es el peor enemigo de una pareja.

Ahora bien como construir puentes

  • Elegir el momento y lugar adecuado.  Si tratas de resolver los problemas o dialogar sobre ellos cuando están aun enojados, y con la cabeza caliente, lo más probable es que en lugar de un dialogo obtengas una pelea por el poder o la razón, elevando la voz, tratando de imponerte, y en ese imponer decir palabras que hieren, y que después cuesta reparar.  Lo mismo que el lugar, si decís hablar con tu pareja mientras se juega el súper clásico del domingo, es un poco difícil que captes su atención, al igual que si él decide hacerlo mientras estas viendo por enésima vez esa película de amor en la que siempre lloras.
  • Oír y ser oído.  No antepongas tus pensamientos, no te precipites pretendiendo saber.  Aún no tenemos poderes telepáticos para leer lo que está en la cabeza del otro, y tampoco, por suerte o por desgracia, bolas de cristal para saber qué dirá o qué piensa.
  • Intenta ser clara y concisa con lo que planteas.  Recuerda ellos son de otro planeta distinto, y en su planeta se usan pocas y claras palabras, si das vueltas, si decís mil cosas hasta llegar a lo que querías… a la segunda palabra ya tu chico ocupo su cabeza en otra cosa.
  • Evitar gritos, mal humor, comentarios desvalorizantes o cínicos.  Si ambos pelean, se lastiman, y desvalorizan, es muy difícil que la otra persona se ponga en postura de escucharte, por el contrario se defenderá y por desgracia lo hará también con violencia.
  • Mostrá respeto por las ideas y comentarios de tu pareja. Dialogar no significa llegar a pensar igual, sino hacer acuerdos, aceptar la diferencia en el otro, tolerarla y respetarla.

Una adecuada comunicación favorece y fortalece la relación de pareja.  Construí puentes, que te lleven a ese otro planeta, dispuesta a aprender de él sin perderse uno mismo. 

Lic. Silvina Filice